Pareciera que para la mayoría la respuesta es no. Se les conoce popularmente como “nepobabies”, que surge de la lógica unión entre nepotismo y bebé, con lo que ya podemos hacernos una idea de la carga negativa con que se las presenta, segmentándolas de inmediato al grupo de las que han alcanzado la fama por un vínculo familiar.
Sin embargo, no podemos desconocer que el modelaje ha cambiado. Ya quedó atrás esa época en que supermodelos como Kate Moss eran reclutadas en aeropuertos, cafeterías o incluso en la calle. Hoy la competencia exige otras técnicas y por qué no decirlo, los auspiciadores también.
Justamente es en este punto donde surgen las rivalidades internas entre quienes se han hecho camino solas, y quienes han llegado por sus influencias personales, gozando de apellidos que queramos o no, venden con solo ser pronunciados.
Uno de los casos más emblemáticos es probablemente el de Kaia Gerber, hija de la top model Cindy Crawford. La modelo y actriz estadounidense ha trabajado desde temprana edad como rostro de marcas potentes con su madre, apareciendo incluso en tres portadas de Vogue; un sueño inalcanzable hoy en día para una modelo emergente. No obstante, así mismo ha alcanzado logros individuales, como el premio a la Modelo del Año en los British Fashion Awards del 2018.
Sea cual sea nuestra opinión, el tema da para un análisis más profundo que nos puede llevar a la poca diversidad que existe actualmente en la industria y, con ello, a sus enormes y perpetuas brechas. Brechas que con la llegada de las nepo babys, se han vuelto aún más evidentes.